La tregua
2:57 | Author: Infantil Betlem
A veces caen en tus manos libros sin saber cómo. Quizá sea fruto de la casualidad, o del azar, o del destino... o de nada de lo anterior, pero lo que importa es que llegan. Y los disfrutas desde la portada hasta las últimas palabras: Montevideo, enero a mayo de 1959. Además, un libro publicado en 1960 (año de mi nacimiento) no podía ser malo. Y si el protagonista tiene 49 años (yo los he cumplido hace muy poco), no podía renunciar a su lectura.
La tregua es la novela de mayor éxito de público del escritor uruguayo Mario Benedetti, como leo en la cubierta posterior del libro. Indagando en la red, he encontrado que existe una versión cinematográfica de la novela, dirigida por Sergio Renán en 1974, y que fue nominada como mejor película extranjera en los Premios Óscar, aunque finalmente la estatuilla fue para la película italiana Amarcord.
¿Qué me ha gustado más del libro? Es difícil contestar con seguridad. El argumento es simple: un empleado viudo está próximo a su jubilación y escribe un diario donde explica sus problemas, su vida aburrida, las diferencias con sus hijos, los recuerdos de su esposa... hasta que se produce una tregua en su vida cotidiana. Pero toda tregua, por definición, supone un cese solo por determinado tiempo... y hasta aquí puedo leer, como decía Mayra Gómez Kemp. El estilo es sencillo: predominan las oraciones cortas y el vocabulario no presenta problemas insalvables (algunos americanismos: saco, pollera...).
¿Qué es lo que me ha gustado más del libro? Ahora lo tengo claro: me ha hipnotizado la aparente sencillez con que fluyen las palabras, cómo Benedetti selecciona las justas para expresar sus ideas de la manera más clara posible. Él ha conseguido en esta obra que parezca fácil algo tan complicado como escribir bien. Porque escribir bien, sin duda alguna, es muy difícil.
He aquí una perla de las muchas que ofrece el libro:

Dijo: “Te quiero”. Hasta ahora no te lo había dicho no porque no te quisiera, sino porque ignoraba por qué te quería. Ahora lo sé. No te quiero por tu cara, ni por tus años, ni por tus palabras, ni por tus intenciones. Te quiero porque estás hecho de buena madera.

Y otra más:

Mirá, papá, yo no lo puedo comprender totalmente ni creo que sea la mejor solución que te hayas unido a una muchacha tantos años menor que vos. Pero una cosa es cierta: no me atrevo a juzgarte. Sé que cuando uno ve las cosas desde fuera, cuando uno no se siente complicado en ellas, es muy fácil proclamar qué es lo malo y qué es lo bueno. Pero cuando uno está metido hasta el pescuezo en el problema (y yo he estado muchas veces así), las cosas cambian, la intensidad es otra, aparecen hondas convicciones, inevitables sacrificios y renunciamientos que pueden parecer inexplicables para el que sólo observa.

Y qué razón tiene. Cuando una situación no nos afecta directamente, ¡qué fácil es creerse en posesión de la verdad absoluta y decir qué es lo que hay que hacer, pensar que los únicos colores son el blanco y el negro! En cambio, si estamos en medio de la tormenta, vemos que entre el blanco y el negro hay toda una gama de matices, y que la solución que aconsejábamos antes ahora ya no nos parece la idónea.

De todas maneras, los dos fragmentos seleccionados hay que tomarlos como las fotografías: son breves fogonazos estáticos que muestran solo una pequeñísima parte de lo esplendoroso que puede llegar a ser el paisaje entero. Por tanto, ni por asomo podrán sustituir al verdadero placer de leer todo el libro. Ustedes mismos.


Mario Benedetti


Per: Manel Contreras Peña
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