Según cuenta la leyenda, la leyenda más olvidada en estos tiempos, en un pueblecillo remoto junto a la frontera de Kuwait, una familia pobre y abandonada hacía todo lo posible para conseguir una migaja de pan.
En ese pueblecillo, cuyo nombre se ha difuminado en el tiempo, aún hay algunas mentes capaces, dicen, de recordar lo ocurrido. Esta leyenda es un poco confusa, así que espero poder explicarme lo suficientemente claro.
Un día caluroso, más de lo normal en ese país, esa familia pobre y desdichada intentaba resguardarse del aire, que al encontrar sus rostros, parecía quemar. En el momento en que se arropaban unos a otros, pues era lo único que tenían, un hombre parecido a un geniecillo se les acercó mirando con sus ojos fijos en sus rostros, casi intentando saber lo que pensaban. Cuando estaba lo bastante cerca para que lo oyeran, dijo sin pensarlo:
-Familia humilde de origen kuwaití, estoy seguro de que si alguien os propusiera un acuerdo para conseguir algo de pan, aceptaríais sin dudarlo –dijo con su voz elegante-. ¿No es así?
El hombre más mayor de la familia se le acercó, intentando no pensar en el calor que hacía y logró contestar:
-Señor, explíquese mejor, somos gente que pasamos mucha hambre y no nos gusta parecer groseros, pero no nos apetece ser el objetivo de bromas sin sentido –dijo el hombre con una voz tajante, aunque temblorosa debido a su hambre y mal estado.
-Soy un geniecillo enviado desde la India, que viene a concederles un deseo, a causa de su humildad –dijo amablemente.
-En ese caso – se concentró mientras hacía señas a familia –nos gustaría poder disponer de una casita llena de comida, oh gran geniecillo –suplicó.
-Perfecto, pero hay una condición: si algún día encontráis alguna familia como vosotros, debéis acogerlos sin dudar; si no, seréis enviados a la época donde esta zona estaba ocupada por estegosaurios y ahí sí que nadie podrá hacer nada para ayudaros.
La familia asintió, con la mirada fija en el hombre procedente de la India, preguntándose cuánto faltaría para que ocurriese ese suceso tan extraordinario, esperado y, a la vez, extraño. Tan solo pasaron cinco minutos cuando vieron una casita a pocos metros de donde estaban. El geniecillo la señaló y les dio una diminuta llave de tonos plateados. Toda la familia entró sin pensárselo y, asombrados por la cantidad de comida y por las suaves sábanas de seda que cubrían sus camas, empezaron a disfrutar de algo de lo que habían carecido anteriormente. Se dieron cuenta de algo mágico y maravilloso: al comer cualquier manjar, este volvía a aparecer.
Pasaron varios meses sin problema alguno, pero un día sin más una pareja de niños llamó a la puerta y preguntaron con temor.
-Buenos días, señor, nos preguntamos si tendría algún alimento para nosotros, pues no hemos comido nada desde hace varios días.
El señor miró dentro de la casa y, olvidando el acuerdo con el geniecillo, negó con la cabeza y cerró la puerta intentando no hacer demasiado ruido. No llegó a pasar ni un minuto cuando alguien llamó a la puerta. Esta vez toda la familia salió a toda prisa. Se quedaron parados, pálidos, parecía que la sangre no les llegaba a sus rostros, casi sin pestañear.
En ese momento, les vino a la cabeza el acuerdo con el geniecillo: “Si alguna vez encontráis a una familia como vosotros debéis acogerla sin dudarlo.” Fuera, tras la casa que habían conseguido, hallaron un mundo distinto, alarmante, lleno de árboles, insectos y con una luz apagada, un lugar húmedo, en el que parecía no haber nadie.
De repente, pudieron observar algo asombroso: un estegosaurio se acercaba sin detenerse.
Sara Sánchez
2n d’ESO
Jo tinc una germana molt especial:
m’està tot el dia al damunt sense parar.
És simpàtica però es porta fatal:
sembla una mosca de tan molestar.
D’una part té els seus avantatges,
sense comptar les seves manies.
No em deixa amb pau quan fem viatges,
però, sense ella, no viuries.
Andrea Cochón i Laura Segura
2n d’ESO
La vida és una cosa inesperada,
que avui vius i demà potser no;
pot ser un gran camí ple d’esplendor,
o una plana freda i blava.
En bon temps estàs a dalt de tot,
i de vegades pots ensopegar,
però de sobte et pots aixecar,
i si t’aixeques tot depèn del sot.
Pol Gummà i Iñaki Fernández
2n d’ESO
Sí, ja fa temps d’allò. Tant, que he perdut el compte. Em dic Òscar i ara tinc 49 anys. Us explicaré un dels més amargs records de la meva infantesa. Començaré pel principi.
Feia una bonica tarda d’estiu quan em disposava a entrar a casa. De sobte vaig sentir un crit provinent de l’interior. Espantat vaig entrar amb molta precaució. Sabia que el crit era de la meva mare però, tot i així, no gosava dir res. Em vaig quedar al rebedor, petrificat. La meva mare va sortir de l’interior de la cuina ploriquejant. Tot seguit el pare va seguir amb una estranya expressió triomfant al rostre. Jo diria que ni van notar la meva presència. Quan em disposava a anar cap a la meva habitació, les cames em van fer figa. Vaig caure desplomat a terra fent un crit ofegat. No vaig saber mai a què va ser deguda aquella reacció, suposo que estava atemorit. Quan em vaig incorporar vaig tancar-me a l’habitació, sol...
Els dies van transcórrer plàcidament durant les següents setmanes, però tot es va repetir la matinada d’un dissabte.
Em vaig despertar bruscament tot xop de suor. Havia sigut un malson. Vaig intentar dormir, però l’esforç va ser en va. Em vaig estremir quan vaig sentir un altre crit de la mare. Vaig baixar del llit i a poc a poc vaig caminar fins l’habitació dels meus pares. La porta era entreoberta. Quan vaig mirar, la meva mare estava nua sobre el llit. Tenia l’esquena vermella i el meu pare li estava donant cops amb un bat de beisbol. No ho podia aguantar més. Vaig sortir disparat cap a la porta, vaig girar la clau i vaig sortir al carrer. Em dirigia cap a la policia. De sobte, el meu pare m’estava seguint. Tot i que li portava bastant d’avantatge, estava esgotat. Amb prou feines m’hi podia d’estar dret. Un agent de policia que circulava per la vorera em va veure i va acostar-se cap a mi. Li vaig advertir del perill i el policia aturà el meu pare amb un enèrgic cop de puny. Tot seguit l’emmanillà.
Finalment, tot es va arreglar. El meu pare va anar a la presó, però jo estava trist. La mare m’ho va agrair eternament.
Albert Contreras Llin
Se miró en el grande espejo y, al ver su imagen reflejada en él, se quejó:
-¡Soy muy pequeño! ¡Maldita sea! ¿Quién va a querer a un geniecillo que no le llega ni a la suela del zapato, literalmente? La gente cuando invoca a un genio se imagina un ser espectral, llamativo y majestuoso… Y entonces… y entonces aparezco yo. ¡Qué desgracia! Si hubiera hecho más caso a los Petit Suise…
Y en ese mismo instante, por fortuna (o por desgracia) del destino, pasó una bicicleta de aquellas patrocinadoras que anunciaban a voz en grito:
-¡Atención, atención! Ya ha llegado el famoso kuwaití, el mago de los magos. Acérquense a visitarlo y solucionen TODOS sus problemas.
Al geniecillo se le iluminó el rostro. Esa misma tarde fue a la consulta de aquel maravilloso “mago que soluciona TODOS tus problemas”. Le recibió un hombre calvo y sin dientes, pero con muy buena vista: no le costó ningún esfuerzo
averiguar dónde encontraba aquel hombrecito tamaño hormiga.
-Buena vista, señor –dijo-. Soy Geniecillus. Tenía hora. –El hombre se rió entre dientes.
-Soy ciego, pero, como has podido comprobar, tengo mejor vista que otros que no se encuentran en mi estado. Pasa, te estaba esperando. –Entraron entonces en una sala blanca, totalmente blanca. –Soy el kuwaití y conozco tu problema. Como también conozco la solución: migajas.
-¿Migajas? –se sorprendió- ¡Pero si algunas hasta son más grandes que yo!
-Cómete estas seis migajas y crecerás –respondió implacable.
-¿Funciona?
-Si no lo pruebas, no lo sabrás.
Geniecillos alcanzó con ímpetu la primera migaja, se abalanzó sobre ella y empezó a morder, y así con la segunda, la tercera, la cuarta y, con mucho esfuerzo, la quinta. La sexta fue un poco más difícil: al abalanzarse sobre ella, esta salió impulsada por la ventana. Desde allí el geniecillo pudo observar cómo un estegosaurio que volaba por las nubes capturaba su preciosa sexta migaja, su salvación, su esperanza. Con la ayuda de una cuchara que utilizó como catapulta, despegó al rescate de esa sexta en menos de lo que canta un gallo. Impactó contra el estegosaurio y este, al notar un picorcillo en la espalda, se rascó insistentemente. El pobre geniecillo nunca había sido muy amigo del número seis. NUNCA.
Edurne Sanz
2n d’ESO
bea palomares
-Posa’t l’abric! –deia la mare al fill abans que sortís de casa.
-No vull, mare! Si me’l poso , no es veurà la samarreta nova.
-Però si estem a ple hivern! No siguis tan presumit, que passaràs fred!
L’adolescència és així, encara que estiguis a punt de morir congelat, sempre has d’ensenyar els teus pantalons nous o la samarreta d’aquella marca tan cara o els talons que més t’agraden i que, sense cap dubte, estan més de moda.
En aquest cas, en Pep havia comprat, amb els seus estalvis, una samarreta dels Rolling Stones que des de feia temps havia clissat. Havia quedat amb la colla i estava seguríssim que causaria sensació. Però la seva mare li deia que havia de posar-se l’abric. En aquell moment va tenir una idea: “aniré amb l’abric una estona perquè la mare pensi que el porto posat, i quan giri la cantonada me’l trauré!” Així ho va fer. Va estar tota la tarda sense abric i tothom va parlar de la seva samarreta i, resumint, va ser una tarda d’allò més divertida. A més, la noia que li agradava va demanar-li que quedessin un altre dia per anar al cinema! Però hauria d’haver fet cas a la seva mare. Va agafar un refredat monumental! Degut a això, no va poder quedar amb la noia que li agradava.
Com es va penedir de no haver-se posat l’abric! Si no hagués fet, hauria pogut anar amb la noia al cinema i segur que s’ho haguessin passat d’allò més bé! Ara ha après una lliçó molt important: farà cas a la seva mare abans de sortir al carrer. Que n’era de sàvia, la mare!
Ma Lluïsa Ramos i Víctor Gallego
4t d’ESO

El miércoles 22 de Octubre de 2008 los alumnos de 4º. de ESO fuimos a visitar el museo del cine en Girona, que se nutre de la generosa aportación de Tomàs Mallol.
Nada más llegar nos presentaron a la que sería nuestra guía. Ella nos condujo hacia una sala donde pudimos ver un audiovisual que narraba la historia de los intentos que habían hecho las personas a lo largo del tiempo para poder poner imágenes en movimiento.
En la siguiente sala nos enseñaron los fundamentos técnicos del cine, que se basaba en una cámara oscura: una habitación sin luz que, gracias a un agujero por donde se filtraba la luz, mostraba la imagen de lo que ocurría en el exterior. En las próximas salas pudimos ver una gran diversidad de instrumentos ópticos y su evolución. Nos llamó la atención el hecho de que las primeras imágenes requerían un tiempo de exposición de varias horas. Posteriormente, se acortaron a 30 minutos para los retratos e incluso empleaban soportes para que la persona retratada pudiera aguantar este largo rato sin moverse. Es más, si recordamos la película Los otros de Alejandro Amenábar, observaremos fotografías de personas con los ojos cerrados que en realidad son retratos de cadáveres tomados mediante este proceso de fotografía aprovechando su absoluta inmovilidad.
Tras largos años de investigación se llegó a la conclusión de que al pasar rápidamente un conjunto de fotografías relacionadas entre ellas, se conseguía crear movimiento. Los primeros en descubrirlo fueron los hermanos Lumiére. Una de las primeras proyecciones que dieron a conocer al público fue la de un tren que se acercaba a la cámara. La gente al no haber visto nunca algo semejante se sobresaltó muchísimo y quedaron totalmente impresionados con el trabajo de los hermanos. Fue el inicio de lo que hoy conocemos por el cine.
Antes de finalizar la visita, nos dirigimos a una sala donde pudimos crear nuestro propio cortometraje. Primeramente, nos dieron a elegir un tema que estuviera relacionado con la paz, pensamos un argumento para nuestra historia y repartimos la faena entre los miembros del grupo. Una vez finalizada la tarea de hacer los decorados, personajes… hicimos diferentes tomas modificando ligeramente cada una de ellas para que una vez pasadas a velocidad normal dieran la sensación de movimiento. Y aquí podemos ver el resultado de los dos trabajos:
Fue divertidísimo y la visita nos fue muy útil para poder conocer de cerca este mundo tan grande y tan importante del cine. Por este motivo, queremos invitarles a pasar un día en este museo de Girona, ¡porque es una auténtica maravilla!
Elena Martínez, Maria Bassora, Gerard Garcia,
Júlia Carbonell, Mª. Luisa Ramos. 4t Eso
Todo empezó con una increíble, majestuosa e inolvidable amistad.
Yo era feliz; él parecía estarlo.
Yo lo escuchaba siempre; él parecía compartir un tiempo agradable.
Yo lo miraba; él me respondía con una dulce sonrisa que más tarde se perdería.
Se cambió de instituto. Al hacerlo su vida dio un giro de 360 grados. Era inimaginable, no me podía creer lo que mis ojos veían. Estaba perdido, perdido en un mundo que solamente compartía con sus falsos amigos.
Aún recuerdo aquel día en el que me llevó a la montaña y, cariñosamente, me regaló una rosa. Aún recuerdo aquellos momentos que pasábamos en el banco del mirador. Aún recuerdo cuando salíamos a pasear por la montaña sin tener noción clara del tiempo, porque para entonces no importaba. Y aún me queda el anhelo de todos esos sucesos. Ya no escucho su voz; ya no lo veo.
¿Y qué hago yo aquí? Ver cómo evoluciona, observar. Si cambia, volveremos. Si sigue así, seguiré esperando. Esperaré noche y día, estación tras estación, hasta que vuelva a sentir su mirada penetrante, su humor bonito y su manera de querer.
No hay otro chico con ese corazón, no se puede sustituir. ¿Un amor platónico? Quién sabe, pero yo creo que con empeño, aprecio y ganas todo es posible.
Nunca le diré lo que siento por él; escribo lo que siento pero no digo lo que escribo. ¿Cobarde? Puede, pero yo defino esta sensación como fruto de una dulce amistad. Dicen que se vive del presente y del futuro, pero yo sigo viviendo del pasado.
Beatriz Palomares
4t d’ESO